Hace un tiempo escribí un artículo sobre el liderazgo desde la perspectiva del servicio. Aquí lo tienes:
Un líder que conoce su trabajo como servicio a menudo experimenta un llamado desde dentro. La naturaleza de esta experiencia arraiga el servicio del líder en la base expansiva de donde vino el llamado. El Misterio, de donde surgen nuestras preguntas y pasiones, es inexplicable. Se trata mucho más de preguntas que de respuestas.
Una cosa es escuchar el llamado y otra atenderlo. Si un líder tiene la fe y el coraje para aceptar el llamado, tiene el potencial de encarnar lo que es posible cuando tal vez aún no lo haya visto, ni siquiera el propio líder. Piense en Moisés, quien en la historia del Éxodo se adentra en el desierto donde el agua y los alimentos escasean. Todo lo que Moisés necesitaba saber, su guía por así decirlo, provino de una voz de sabiduría más allá de su comprensión. El autor Robert Greenleaf escribe que un líder servidor está “buscando, escuchando, esperando que se esté creando una rueda mejor para estos tiempos. Puede surgir cualquier día. Cualquiera de nosotros puede descubrirlo por experiencia personal”. Las cosas no iban bien en Egipto para Moisés ni para su comunidad. La voz que escuchó sabía que había mayores posibilidades para todos los israelitas si se marchaban. A través de su liderazgo en el desierto, Moisés encarnó este conocimiento.
En esta encarnación de la fe, un líder enfrenta dudas –en sí mismo y en el misterioso llamado mismo. San Juan de la Cruz llama a esto la noche oscura del alma. He estado experimentando esto últimamente en relación con mi trabajo. La escucha profunda, mi comunidad, el bosque y el río me ayudan a superarlo y aprender.
Un líder no es nada sin la comunidad. La liberación de la comunidad, a través de las acciones a las que Moisés fue llamado, nos muestra que la Vida tiene el poder de renovarnos y liberarnos. Meg Wheatley (una anciana importante de nuestro tiempo y una de mis mayores inspiraciones) escribe: “Tenemos que ser nosotros los que damos la bienvenida a la novedad; que parecen sorprendidos más que temerosos de las sorpresas; que buscan la diferencia en lugar de intentar que la gente se conforme”. Para lograrlo, los líderes deben tener una fe increíble no sólo en sí mismos, sino también en una presencia que los envuelva mientras lideran.
El trabajo del líder inspirado es recordar a los demás que tienen la capacidad de estar a la altura de lo que están llamados a ser. Un líder encarna lo que es posible para que otros puedan experimentar y conocer esa posibilidad dentro de ellos mismos.