Lo desconocido es el lenguaje del alma. También es el lenguaje del amor. Amar es vulnerable porque se desconoce gran parte del viaje. Elegir algo nuevo significa entrar en el territorio conmovedor de la vulnerabilidad, donde llego a conocer partes desconocidas de mí mismo y del mundo.
Una vez fui de excursión a un lugar donde los árboles bordeaban los senderos, un arroyo se movía debajo del hielo y un ciervo estaba parado en la ladera de una montaña en plena atención. Este lugar estaba tan vivo. Caminé por el camino que siempre caminé, distraído pensando en los correos electrónicos que aún necesitaba enviar y las llamadas telefónicas que necesitaba devolver.
De repente, mi atención se centró en un nuevo camino. Comenzó el diálogo interno: ¿Debería tomarlo o simplemente seguir como siempre lo hago? No sé adónde va este nuevo camino. ¿Qué pasa si me pierdo? ¿Qué pasa si no puedo encontrar la salida? ¿Qué pasa si hay animales peligrosos en esa parte del parque? ¿Qué si me muero? A pesar del miedo, observé mis pies mientras cambiaban de dirección, un pie delante del otro, hacia el nuevo camino. Me encontré dando vueltas por curvas que nunca había experimentado, viendo cosas que nunca había visto antes y enfrentándome a miedos irracionales que no sabía que vivían dentro de mí.
Elegir el nuevo camino invocó la experiencia de vulnerabilidad y me hizo estar más despierta. Ya no hubo más reflexiones sobre correos electrónicos y llamadas telefónicas. Mi atención al momento aumentó porque había elegido dar un paso hacia lo desconocido.